REUNIÓN CON LOS AMIGOS 50 AÑOS DESPUÉS
O es
más importante los principios que la ideología
De izquierda a derecha: Ingº Freddy Yépez,
Ingº Alfredo (El Tigre) Rodríguez, Ingº
Luis Domínguez e Ingº Miguel Guape 50 años después.
La vida nos separó, pero también nos dio
la oportunidad de este reencuentro gratificante, para recordar con alegría los
momentos emocionantes de una época que pasó, que vivimos y nos marcó para
siempre. Fue la época de estudiantes de Ingeniería en la UCV de los años 60´,
la de los Beatles, el Mayo Francés, la segunda Revolución China, las guerrillas
en Venezuela a la cual apoyábamos y nuestra Renovación Académica en la
Universidad.
¿Cómo y cuánto hemos cambiamos nosotros y
nuestro entorno? – fue la informal agenda que dominó este reunión.
Los amigos.
O los hermanos. Son igualmente valederos
en este mundo de paso. ¿Cómo hemos evolucionado o cambiado en estos últimos 50
años y Venezuela con nosotros? Para saberlo es el reencuentro con los pasados y
actuales amigos de siempre, estudiantes universitarios de una Venezuela entonces
convulsionada y actual destrozada por un
disfraz de la ideología que en ese entonces abrazamos y defendimos con
pundonor, porque creímos sinceramente en ella. Pero como dice nuestro entonces
y actual líder de siempre Alfredo (El Tigre) Rodríguez, nuestra ideología
cambió, pero no nuestros principios. En la reunión nos aclara que la frase no
es original de él, sino de Barack Obama, actual Presidente del país que tanto
odiábamos en nuestros tiempos juveniles. En este país continuamos esa amalgama
de individualidades de diferentes partes de Venezuela y que casuísticamente nos
reunió en un aula universitaria de la UCV. Yo representaba y aún represento a
mi indígena estado Amazonas. Unos han muerto; otros llegaron al tan ansiado
poder y de varios se perdió el rastro.
Cinco
horas fue muy poco tiempo para ponernos al día y desarrollar todos los temas
que nos abruman como actuales individuos críticos y pensantes por tradición y
formación.
Sin
embargo acomodamos a nuestra querida patria:
-¿Cuál
es el modelo de desarrollo que deberíamos implantar en nuestro país, teniendo
en cuenta los extremos, como EE UU que adopta un modelo de desarrollo que busca
el bienestar de sus ciudadanos ante todo y un modelo como el Chino que busca el
bienestar del Estado como prioridad? – pregunto.
-Término
medio – me responde Freddy Yépez. El de EE UU es un desarrollo basado en las
grandes y autosuficientes Corporaciones privadas y el Chino basado en las
grandes Corporaciones estadales. Me gustaría para Venezuela el modelo Alemán,
que basa su desarrollo en las microempresas autosuficientes, fuertes y efectivas.
He desarrollado para Venezuela esa proposición, con sus adaptaciones debidas;
he estudiado el modelo y me parece el más conveniente.
-Cualquiera que sea
el modelo debe estar basado primero en el conocimiento, tecnología y desarrollo
de la inteligencia de sus habitantes – acota El Tigre. Así lo demuestran los
países desarrollados de los cuales hablamos. Los grandes millonarios, cuando quieren
regalar sus fortunas, lo hacen a las prestigiosas universidades e institutos
donde mora la inteligencia. Financian el conocimiento y descubrimiento y – ¡gran
paradoja! – se vuelven más millonarios todavía al recoger los frutos de las
investigaciones por ellos patrocinadas. La inteligencia y el conocimiento que
se traducen en la tecnología, es el origen del progreso de los pueblos, es el
motor de la humanidad. Así que Venezuela debe practicarla, si quiere seguir
adelante. Tenemos confianza en nuestro potencial. Ahora falta un Gobierno
inteligente que invierta en ese sector. No un Gobierno lapso, como el actual,
en el cual puede llegar un cualquiera.
Así, en cinco horas construimos
la Venezuela que amamos y que todos siendo jóvenes aspiramos. Valoramos nuestro
mundo virtual donde nuestros hijos y nietos son los reyes y nosotros
espectadores. Vimos el contraste entre nuestros tiempos y el actual. Cuando
utilizábamos en las aulas universitarias nuestras anticuadas y cavernarias reglas
T y de cálculo; las computadoras estaban naciendo, no existían las calculadoras
ni el autocad.
-¿Hacia dónde irá
nuestro mundo? – nos preguntamos.
La respuesta la doy yo con los conceptos de nuestro
Einstein viviente, Stephen Hopkins: la humanidad como tal desaparecerá y será
sustituida por la máquina pensante, que se autoconstruirá y automejorará cada
vez más. ¿Será nuestro fin o el de principio nuestra eternidad? No podemos
imaginarnos ese mundo futuro, así como no pudimos imaginar el actual hace 50.
En lo personal somos
hombres felices y realizados profesionalmente. Pero nuestras inquietudes nos
impulsan, como ayer, a seguir la lucha por un país que cada día debe mejorar.
No tuvimos ninguna duda ni problemas de conciencia al abandonar el barco que
hasta cierto punto nos trajo. La rectificación es de hombres probos y conscientes
y en consecuencia actuamos.
No estamos solos y
aislados cuando la solidaridad, amistad
y hermandad se mantiene, como hace 50 años.
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