La muerte del Gobernador Carrillo
El General Eduardo Carrillo
fue Gobernador del entonces TFA (1931) que gobernaba desde la recién fundada
Puerto Ayacucho, después que Tomás de Gregorio mudó la capital desde San
Fernando de Atabapo en 1928. Fue uno de los 6 gobernadores asesinados en
Amazonas en una época violenta que aún se mantiene (a la fecha van como 90
asesinatos en Amazonas en lo que va de año) y donde, como ahora, los
amazonenses éramos unos simples espectadores. El protagonismo, para bien o para
mal, siempre ha sido de gente violenta y ambiciosa venidas de otras partes. Es
tiempo que los amazonenses tomemos conciencia y hagamos y contemos nuestra
propia Historia Regional vista desde nuestro punto de vista indígena.
Don Pedro Navas nos
cuenta: “Al Coronel Eduardo Carrillo lo mató su misma gente. Uno era de apellido Afanador, otro era un maracucho y un andino de apellido Izarra. La comandancia estaba en el actual parque Humboldt, donde después llegaron los curas en 1933 y actualmente está una escuela. Esa vez mataron a tres personas: al Comandante, al Gobernador y al espaldero. Los complotados se presentaron en horas de la madrugada. Su espaldero levantó al Gobernador en piyamas, advirtiéndole que “ahí viene la revolución”. El Gobernador llamó al orden a la frase de “tranquilo muchachos; vamos a hacerles frente”. Apenas se asomó recibió el disparo que le segó la vida. Le siguió el espaldero y el Comandante hizo alguna resistencia, pero al fin cayó también. Así me lo contaron mis primos Víctor Navas y Mario Navas que presenciaron los hechos. Vivíamos en el Barrio Perico al lado de la sede de la gobernación, luego del puente. Mi mamá nos protegió y nos mandó a acostar barriga al suelo, porque había plomo. A la mañana siguiente los complotados llamaron a mi mamá y a otras 4 familias a la gobernación que quedaba donde actualmente está el Hotel Orinoco. Yo y mis otros hermanos pequeños la acompañamos, a la demanda de ellos. También fueron mis tías Petra y Justa Navas, Genaro Reyes y señora. Mi mamá estaba muy asustada y nos decía: “¡Virgen Santísima, será que nos van a matar también!”. Ellos la tranquilizaron. Solamente querían repartir los alimentos antes de abandonar Puerto Ayacucho. Le contaron a mi mamá que lo mataron porque Carrillo los trajo engañados y se estaban muriendo de hambre, de lo pichirre que era. Los llamaron para disculparse porque, para sobrevivir, le habían robado varias gallinas y hasta un cochino para poder comer. El Gobernador les había prometido buenos sueldos y… ¡Mire hasta dónde donde hemos llegado! Afanador le dijo: “¡Mire ese vagabundo cómo tiene comida almacenada ahí y nosotros muriéndonos de hambre! Agarre lo que quiera Señora en compensación por las gallinas y el cochino que le comimos y disculpe el atrevimiento. Nosotros nos vamos para Puerto Carreño. Dígale al próximo Gobernador que venga la realidad de esta situación y que allá le dejamos la embarcación y los fusiles que nos llevamos”. Mi mamá se puso un saco de comida en la cabeza y pasamos algún tiempo comiendo funche y sardinas de la provisión que nos dieron. Se fueron y hasta el sol de hoy.
Cuando llegó la Misión Salesiana en 1933 ya
era Gobernador Canelón Garmendia y los alojó precisamente en la antigua casa
donde era el antiguo cuartel general durante estos hechos. El Padre Burke,
quien era el Cronista de la Misión en esa época, nos hace la descripción del
aposento: “Fue al principio una sencilla choza con techo de palma; todo en bastante mal estado. Tenía de largo unos veinte metros y de ancho unos cinco; solamente la mitad de la choza tenía paredes de barro, hasta la altura de metro y medio; pero en extremo hacia el sur había un departamento con paredes de barro hasta el techo; con una puerta; completamente oscuro y estrechísimo.
Esta choza servía anteriormente
de cuartel; el cuarto oscuro era el
calabozo. Estalló aquí la sublevación de
la guardia en la noche del primero de noviembre de 1931 que costó la vida al
gobernador Carrillo y a varios de sus oficiales”.
La choza de esos tiempos – Foto: Crónicas
Salesianas.
Nota: Así me lo contó el Sr. Pedro Navas, 94 años; vio
cuando Santiago Aguerrevere pasó por Provincial, donde vivía, a hacer la
carretera y a fundar Puerto Ayacucho.
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