NUESTRA HISTORIA Nº
38
Historia de
Amazonas
EN LA BÚSQUEDA DEL
NACIMIENTO DEL SOBERBIO ORINOCO (II)
Año: 1932
EL GRAN ESCÁNDALO SOBRE LA EXPEDICIÓN DE
HERBERT SPENCER DICKEY AL DESCUBRIRSE LA FALSEDAD DEL ARRIBO A LAS FUENTES
Por: Miguel Guape*
El mapa de la derecha es del Capitán Alberto Contramaestre Torres (salvo las anotaciones), miembro de la expedición Franco-Venezolana descubridora de las fuentes en 1951.
NOTA
DEL TRANSCRIPTOR: Las reacciones a la supuesta
hazaña del explorador Dickey
de haber llegado a las fuentes del Orinoco no se hicieron esperar y las
publicaciones de los periódicos nacionales estallaron. Los primeros disparos
fueron del bolivarense EL LUCHADOR. La polémica fue candente y donde los
amazonenses intervinieron, como veremos en el próximo Capítulo III.
En este periódico comenzaron los candentes artículos
TRNSCRIPCIÒN
ECO DE NUESTRO EDITORIAL EN CARACAS SOBRE EL
FOLLETINESCO DESCUBRIMIENTO DE LAS VERTIENTES
DEL ORINOCO POR EL DR. HERBERT SPENCER DICKEY
Como es natural nuestro editorial que
echó por tierra la versión folletinesca urdida por el Doctor Herbert Spencer
Dickey, para exhibirse ante el mundo como autentico descubridor de las
cabeceras del Orinoco, ha tenido en Caracas hondas repercusiones en torno de la
descarada leyenda que afanosamente quiso encajar en el criterio científico
mundial este moderno Tartarín estadounidense, que ha visitado el Orinoco con
ganas de llegar hasta la vertiente iniciales del Gran Río, sin conseguirlo
hasta la fecha.
NOTA
DEL TRANSCRIPTOR: Se refiere a la novela “Tartarin de Tarascón” de
Alphonse Daudet, donde el escritor francés nos narra en el siglo XIX las
“hazañas” de un personaje bufo y en la cual
ridiculiza con mucha ironía a los exploradores-cazadores.
El Doctor Dickey es un hombre de
recursos y de una imaginación que haría honor a cualquier charro andaluz; de
ahí las noticias extravagantes de su descubrimiento, pero tal hornero dejo
endurecer la galleta de tal suerte que no ha sido posible mascarla por ser de
guijarros duro, quizás del mismo Orinoco y quien sabe que nigromante
travieso le escamoteo el panecillo y sale ahí dándonos tan mala
golosina.
En algunos diarios de Caracas ha
palpitado intensamente nuestro editorial y el señor Juan Carlos Alzàibar, geólogo
erudito y persona amante de nuestro
país, ha demostrado su beneplácito por nuestro aludido editorial en la
forma que traemos al pie.
Ahora bien, la impugnación que en el
mismo sentido hace a Akzàibar el señor Félix Cardona, aunque vestida de
ropas científica tiene sabor de cuento
perrauresco, ya que hasta ignorábamos las correrías del mencionado señor a en
las desérticas regiones de nuestro misterioso Orinoco.
Es inexplicable la manía común de estos
señores exploradores del Padre de las aguas venezolanas, de revestirse de silencio
y de misterio como cualquier bonzo hindú, para salirse, dijéramos de la tangente,
más allá de la linde nacional o nativa en largo y kilométrico perifollo
literario, noticiando lances difíciles, descubrimientos imaginarios y observaciones
desprovistas de toda sinceridad que a la postre dan al traste con la seriedad
de sus autores.
Para mayor abundamiento, muy en
breve, reproduciremos en nuestras
columnas el artículo en que el señor Antonio Levanti desmiente categóricamente
al Doctor Hamilton Rice con la misma intención del Doctor Dickey, quien ha dado
buena muestra de las poderosas facultades de su imaginación para la novela de
aventuras por entregas.
------------------------
CABECERAS DEL ORINOCO
El nacimiento del señor de La Parima y
el Doctor Dickey.
Caracas, 1º de febrero de 1932.
La ciencia no admite fantasías;
forjarlas con fines especulativos, es grave error que conduce al fracaso,
después de efímero éxito.
En
mi carácter de Miembro de la Sociedad Geográfica de Washington, he venido
observando atentamente desde hace años las andanzas del explorador
estadounidense Dickey, y sus informaciones "científicas"!
No podía ser que a mí correspondiera la
primera piedra en esta urdimbre super fantástica.
Yo esperaba la autorizada palabra nacional,
iniciando la protesta e ironizar al "descubridor".
Y ha correspondido a EL LUCHADOR de
Ciudad Bolívar comenzar a correrle el
antifaz al explorador Dickey con
un vigoroso artículo que extracta "El
Nuevo Diario” en su edición de hoy.
----------------------
TARTARÍN EN LA SELVA GUAYANESA.
El Doctor
Dickey, moderno autor folletinesco acerca del Orinoco
Las
fabulas del descubridor yanqui
Llega la hora de que no sigamos siendo descubiertos.
Es decir es el momento de rechazar elementos que cierran un odioso comercio
científico; que ampulosamente relatan cuestiones misteriosas de regiones ya
bien conocidas por nosotros o estudiadas y siempre exploradas para encontrar la
verdad; de negociantes que asaltan la bondad de abúlicos Profesores que
sancionan con ignorante silencio toda proposición con máscara científica!
Fresco está el recuerdo de la Comisión
de la Universidad de Syracuse, en la cual felizmente no pude participar.
Hicieron un ridículo papel los pseudos
"sabios" que pretendieron encontrar en la Mérida universitaria y
sapiente al aborigen que buscaban; al simio de la transición, al eslabón
evolutivo que traerían en sus imaginaciones.
La Universidad para ellos no existía. Tampoco
el Museo Arquidiocesano, ni el sabio Don Tulio Febres Cordero.
Buscaron el radio del buho y disparados
a poco, tras una vida nada científica, llegaron al Norte y el cable nos explicó
el martirologio de aquellos hombres, su sacrificio en la zona palúdica y sus
descubrimientos...
Larga sería la enumeración!! Obtener
títulos rimbombantes hasta por descubrir un río popular, lo hemos visto!
Nuestro silencio alienta la audacia de
los exploradores que han trocado la nobleza científica por un censurable
mercantilismo que ya se practica de manera alarmante.
Credenciales efectivas de auténtica
labor, no se ganan en el terreno sofístico, como pretenda hacerlo el explorador
Dickey.
En sus tres viajes a las regiones del
Alto Orinoco no hemos tenido ni siquiera un amago explicativo.
Una literatura paupérrima y laconismo
telegráfico han privado en sus Informes a la Sociedad que mantiene sus idéales!
Ni una descripción geológica; los terrenos
y formaciones pasaron indiferentes a sus búsquedas; geográficamente ni siquiera
se completó sacando lo que le gustara del Mapa Físico y Político de Venezuela y
por lo tanto su contribución
orográfica e hidrográfica es
nula.
Sin embargo, en el terreno etnológico se
ha detenido ante los "goajibos" indios que al parecer lo han
aprovechado muy bien y le han dictado cátedra, conjuntamente con su señora, que
también es exploradora. Estos hábiles "goajibos" seguramente serán los
autores del descubrimiento de Dickey, que ahora nos quiere endilgar!
Tampoco presenta el explorador su diario
de situaciones astronómicas, ni menciona los aparatos de precisión con los que
pudo hacer observaciones
En
nuestros días, con fotografías “epatantes”, relatos de indios rubios o
antropófagos e idolillos serpentinicos elaborados por los nativos y enterrados
para caracterizarlos y engañar a los "civilizados" no se prueba nada
a los verdaderos científicos.
Con respecto al descubrimiento de las
vertientes del Orinoco, las aseveraciones de Dickey no pasar de divagaciones.
Seguiremos todavía ante la espectativa (sic) de conocerlas y lo que viene
constituyendo un vehemente deseo científico desde el Padre Gumilla, Shanffanjon
(sic) y otros exploradores, tal vez
se realizará en día no lejano por los arriesgados trabajadores de goma o balatà
o de otros productos naturales, que se internan de verdad muy adentro de la
serranía.
Mientras tanto las expediciones tipos
"Rice" y "Dickey" podrán seguir sus relatos, que ni
siquiera tienen chispa del sprit juliovernesco; estos aportes servirán para
desviar los estudios realizados hasta el presente y para conocer cada día menos
nuestra Suramérica!
Pero siempre será nuestro deber protestar
de estos descubrimientos y por ello es digna de todo elogio la actitud de EL
LUCHADOR de Ciudad Bolívar.
Juan Carlos Alzáibar.
(Miembro Correspondiente del Instituto de
Estudios Superiores de
Montevideo).
---------------------------------------------
RÉPLICA
LOS
EXPLORADORES DEL ORINOCO
Rice no es Tartarin
Caracas, febrero 4.
En el sensacional artículo
"Tartarín en la Selva Guayanesa" aparecido originalmente en EL
LUCHADOR de Ciudad Bolívar, reproducido por "La Esfera" y extractado
por "El Nuevo Diario" en ediciones recientes, se describen las falsas
o bluffescas actividades científicas del famoso doctor Herbert Spencer Dickey y
su pretendida última visita a las cabeceras del rio Orinoco.
Aunque ya era algo conocido tanto entre
nosotros como en su país - Norte América - el doctor Dickey, por los fracasos
repetidos de sus viajes a las fuentes del Gran Río, es de alabar la actitud de EL
LUCHADOR al delatar claramente la mistificación de los últimos descubrimientos
geográficos del aludido Tartarín, publicados a bombo y platillo en la prensa
estadounidense.
Inspirado sin duda por el artículo de EL
LUCHADOR también ha protestado en igual sentido el Señor Juan Carlos Alzàibar,
con voz autorizada, por ser miembro correspondiente de la Sociedad Geográfica
de Washington e igualmente del Instituto de Estudios Superiores de Montevideo.
Pero el honorable miembro ha llevado la protesta más allá de sus vastos
conocimientos, al hacer referencia en su artículo "Cabeceras del Orinoco"
publicado en "El Nuevo Diario" de ayer, a otros exploradores de los
tipos que forjaron las fantasías de Alfonso Daudet y de Julio Verne. De aquí
que el señor Alzàibar nos hable del Padre Gumilla y del botánico Chanffanjón, rebautizándolo,
por cierto Shanffanjón, nombre que, dividiéndole las sílabas de este modo:
Shan-Fan-Jon, resulta perfectamente chino.
Mas, lo peor es que al terminar su
artículo el señor Alzàibar compara, en menoscabo de la ciencia, a uno de los
iniciadores modernos y más meritorios de los viajes verdaderamente científicos
hechos en Sur América: el Doctor Hamilton Rice, con el tarascones Dickey.
Rice, ya para el año 1907, recorrió el
rio Vaupés levantando planos minuciosos hasta su desembocadura en el Rio Negro.
De 1912 a 1913 el mismo Rice exploró y
dio a conocer minuciosamente el curso de los ríos Guaviare e Inírida, afluentes importantes del río Orinoco, y también el
Apaporis que desagua en el Amazonas por ser tributario del Yapurá.
Él Dr. Hamilton Rice fue el primer
geógrafo que empleó los métodos más modernos y precisos en el levantamiento
cartográfico de regiones inexploradas: el astrolabio, la radiotelegrafía y la
aviación combinada, con fotografías estereoscópicas. Procediendo con estos
medios y ayudado de hombres de ciencia universalmente conocidos, como el famoso
Koch-Gruenberg, quien tomó parte en las expediciones capitaneadas por Rice,
levantó minuciosamente planos de los ríos Branco-Uraricuera y Parima.
Finalmente, por su viaje efectuado en
1920, débese el conocimiento preciso del Río Negro, el Casiquiare y el Orinoco,
desde la bifurcación al raudal de Guajaribos.
Este material científico aportado por
Rice, ha sido reconocido y publicado por los Institutos geográficos más importantes
del mundo.
No es ecuánime, ni acertada ni justa,
pues, la apreciación del señor Alzàibar, miembro de la Sociedad Geográfica,
restando valor a los trabajos positivos y costosos de Rice en las regiones de
Sur América y menospreciando estas trascendentales contribuciones geográficas,
cuyos mapas y cifras han sido aprovechados y comprobados por expediciones
nacionales y extranjeras, que posteriormente han visitado las regiones del Alto
Orinoco.
Félix Cardona.
------------------------------
Contra-réplica
"LOS EXPLORADORES DEL ORINOCO"
"Hamilton Rice no es Tartarín"
Caracas, febrero de 1932.
Bajo este título, el distinguido marino
español Señor Don Félix Cardona replica mi escrito "Cabeceras de Orinoco. El
Señor de La Parima y el Doctor Dickey. ”
Desechado el neologismo inspirado, pero
si fundado en el artículo de EL LUCHADOR de Ciudad Bolívar, reproducido por “La
Esfera" y extractado por “El Nuevo Diario", comenté las aventuras del explorador Herbert Spencer Dickey.
Y al nombrar al ilustre sabio Jean
Chaffanjón – aunque modestamente
declaro que domino el francés tan
mal como el castellano - no quise alterar la ortografía usada por el autor bolivarense con fin de no desviar la
atención del lector; pero doy las gracias
al distinguido marino español Félix Cardona, por su eucarística licencia de rebautizar.
La “división" china que señala, pertenece a la bélica influencia oriental.
Ahora
comentemos algo más hondo: "Aunque ya era algo conocido tanto entre
nosotros como en su país - Norte América - el Doctor Dickey, por los fracasos repetidos de sus viajes a las fuentes del Gran Río, es
de alabar la actitud de EL LUCHADOR al delatar la mistificación de los últimos
descubrimientos geográfico del aludido Tartarín, publicado con bombo y
platillos en la prensa estado-unídense".
Por este párrafo del señor Cardona, más
un concepto: "el tarascones Dickey" resalta que el distinguido marino
español, corrobora los juicios emitidos por esta fantástica aventura; pero notable
es saber que ambos han cultivado amistad científica, según se desprende del
Extracto del Diario de viajes de F. Cardona,
publicado en la Revista del Colegio de Ingenieros Número 84
del mes de junio de 1931:
"El 23 de diciembre (1930) llegó la
expedición a San Antonio, pequeño poblado de una veintena de casas,
situado a orillas del caño Subinacure sobre la margen izquierda del Orinoco. Allí puso término a sus trabajos
astronómicos el señor Cardona, porque se le ofrecía la ocasión de confrontarlos
con los de la expedición Dickey de 1930, la cual halló las siguientes
coordenadas: Longitud Occidental de
Greenwich 66º 43` 50",- Latitud Norte 3º 30' 19". La latitud obtenida
por Cardona mediante una altura meridiana de Perseo dio 3' 30' 7" o sean
12" menos que las de los americanos".
En cuanto a la defensa al explorador
Hamilton Rice que hace el distinguido marino español señor don Félix Cardona,
sabemos de sus viajes de 1907-1908 recorriendo y levantando el curso del Vaupés
hasta su ingreso en el Río Negro; sus trabajos de 1912-1913 en el Guaviare e
Inírida y en 1919-1920 en el Casiquiare, Río Negro y Alto Orinoco; también
sabemos de los aportes hidrográficos y geográficos del señor Cardona; pero
mientras todos ellos no estén incorporados oficialmente a nuestro Mapa Físico y
Político significa que no han tenido la aprobación requerida.
Y para que el distinguido marino español
señor don Félix Cardona recuerde la opinión de EL LlUCHADOR de Ciudad Bolívar
en este mismo asunto "tartarinesco" trascribo el párrafo que se
refiere al explorador Hamilton Rice.
"En tiempos anteriores, el doctor
Rice, explorador también como el doctor Dickey de las regiones originales del
Orinoco, lanzó a la publicidad un tejido fabuloso de cosas que sólo existían en
su fértil fantasía sobre las tales cabeceras y el señor Antonio Levanti,
conocedor de Río Negro por haber vivido muchos años allí en trabajos de caucho
y balatá, en razonado escrito que tuvimos el gusto de publicar en estas mismas
páginas, echó por tierra el aludido folletín.
Y como el señor Levanti acusó, que levante
los cargos el defensor…
Juan Carlos Alzáibar.
(Miembro
Correspondiente de la Unión de Ingeniería
Ibero-Americana de la Soc. Astronómica España-Amèrica).
NOTA
DEL TRANSCRIPTOR: Esta polémica Alzáibar- Cardona continuo a través de
los diarios, pero no la transcribimos.
----------------------------------------
¿Quién era el Señor Félix
Cardona?
UN ESTUDIANTE
CATALÁN SE PROPONE DESCUBRIR LAS FUENTES DEL RIO ORINOCO
HACIA TIERRAS VENEZOLANAS
Un Estudiante Catalán se Propone Descubrir las Fuentes del
Río Orinoco
El explorador científico ha obtenido el patrocinio de la Generalidad y
del Ayuntamiento barcelonés, y emprenderá el viaje dentro de breves días.
Madrid, junio, 1936 -
(De "Ahora").
En
un céntrico hotel de Barcelona se ha celebrado un banquete con el que los
estudiantes barceloneses despidieron a un compañero que emprenderá dentro de
breves días un viaje a Venezuela, con el propósito de descubrir las fuentes del
río Orinoco.
La noticia, que a simple vista
pudiera ser una fantasía
estudiantil, cobra una decisiva garantía al añadir que presidieron la fiesta
el consejero de Cultura de la Generalidad, el alcalde de la ciudad y el Cónsul
de Venezuela, que han patrocinado el viaje.
Entre los asistentes se contaban
diferentes cartógrafos
y geógrafos y destacadas personalidades en el estudio de ciencias naturales.
CONTINÚA EL ARTÍCULO, PERO NO SE TRANSCRIBE…
NOTA
DEL TRANSCRIPTOR: Como se puede ver, el Señor
Félix Cardona era otro explorador que vino a Venezuela para descubrir las
fuentes del Orinoco. No lo logró, pero si llegó con la expedición Franco-Venezolana
descubridora de las fuentes del Gran Río en 1951.
-----------------------
EL DOCTOR DICKEY MODERNO
AUTOR FOLLETINESCO
ACERCA DEL ORINOCO
Paso a paso hemos venido leyendo cada
uno de los artículos descriptivos que ha hecho en la prensa de su país el conocido explorador estadunidense Doctor
Herbert Dickey, alrededor de las
apartadas o mejor dicho misteriosas regiones que sustentan el nacimiento del
Orinoco, y hemos hallado que el Doctor Dickey deja correr la fantasía a pleno
dominio folletinesco en las aludidas descripciones dejando ver a todo
sol que jamás ha pisado los cangilones iniciales del gran río, ni ahondado suficientemente
dentro del bosque virgen que hace orla de esmeralda al Padre de las aguas
venezolanas, ni estudiado con exactitud la primitiva psicología del indio que
deambula a través de esos montes rionegreros como sombra fugitiva de lejanas
épocas históricas continentales.
El Doctor Dickey pertenece a una
renombrada sociedad geográfica yanqui, que le ha pagado de seguro con la
esplendidez necesaria que requieren tales excursiones fuera del radio de la
civilización, en terreno abrupto, poblado de gente totalmente salvaje, lleno de
peligros, pero por lo que hemos leído
el Doctor Dickey no ha aportado un sólo dato importante a los móviles científicos
de la expresada sociedad.
Conviene recordar que desde casi tiempos inmemoriales se ha venido trabajando
por llegar a las cabeceras del Orinoco sin éxito alguno. España y Portugal, allá en los tiempos de su
dominio en el
Nuevo Mundo destacaron diversas comisiones con tal objeto y el fracaso fue completo no obstante la valentía
de que hacían
aquellos buitres heráldicos que desafiando peligros fueron
a plantar el sublime árbol
de la cruz a regiones
de
horrible rustiquez
y sin acceso casi a la temeridad humana. Después de la Independencia muchas comisiones
de igual índole han subido las aguas turbias del Orinoco en pos de sus
cabeceras y el resultado ha sido el mismo: nada.
Por datos concordantes que he recogido de antiguos
exploradores de caucho y balate de Rionegro sabemos que no es posible alcanzar
las vertientes originales río sin una larga y torturadora búsqueda de acceso,
porque la verdad es que tales vertientes parecen colgar como de un nido de
águila pendido de rocas cortadas a tajo. Además, factor de capital importancia,
para este descubrimiento es la absoluta indigencia habitadora de la comarca,
sin núcleos de población considerable, pobrísima de caminos y de recursos para
el logro de tamaña empresa.
Según las narraciones del Doctor Dickey,
sus investigaciones han tenido un éxito en toda la línea, como si dijéramos el
vini, vidi, vinci de César sobre el tablero de guerra de sus fulmíneas campañas
de Oriente. Pero lógicamente no hay tal descubrimiento
y de consiguiente eso mismo explica la falta de razonamientos científicos de
que adolecen las crónicas del Doctor Dickey.
¿Porque el
explorador yanqui ha silenciado las características
geológicas del cangilón madre del Orinoco? ¿Por qué no ha descrito el clima, la
fauna y la flora circundante? Sencillamente porque no ha llegado hasta allá
y quién sino ha pisoteado los parajes
que alcanzó Chaffanjón y otros exploradores europeos que se nos escapan porque escribimos
a vuela pluma.
Las descripciones del Doctor Dickey se
parecen al curioso folletín del
Doctor Coock cuando quiso colear al Comandante Peary en el
descubrimiento del Polo Norte.
En tiempos
anteriores el Doctor Rice, explotador también como el Doctor Dickey de las regiones originales
del Orinoco, lanzó a la publicidad un tejido fabuloso de cosas que sólo
existían en su fértil fantasía sobre las tales cabecera; y el señor Antonio
Levanti, conocedor de Rionegro por haber vivido muchos años allí en trabajos
de caucho y balatá, en razonado escrito que tuvimos el gusto de publicar en
estas mismas páginas, echó por tierra el aludido folletín.
NOTA DEL TRANSCRIPTOR: En
la próxima entrega publicaremos el artículo del señor Antonio Levanti, aludido
en esta polémica. Era un cauchero originario de Cd. Bolívar, compadre de Funes,
que luego de su fusilamiento por Arévalo Cedeño el 30 de enero de 1921,
abandonó el Amazonas por la vía rio Orinoco - rio Venturi – rio Erebato - rio
Caura – Rio Orinoco – Cd. Bolívar. Antes de morir Funes lo maldijo, por haberlo
vendido y traicionado ante Arévalo. Al tiempo puso una empresa de transporte
para el pasaje del rio Orinoco en barcos entre Cd. Bolívar y Soledad. Es
tradición entre los antiguos amazonenses que “heredó” el tesoro de Funes.
Comprendemos la
necesidad del Doctor Dickey de ofrecer algo a la sociedad geográfica que le pagó para que explorara y
descubriera las fuentes del Orinoco, a fin de no malbaratar su responsabilidad
y las esperanzas de aquella, y como nada verdadero tenía que ofrecerle,
aderezó un curioso folletín juliovernesco y helo allí campante con su
descubrimiento, que el más neófito hijo del Orinoco descarta incontinenti por
falso y artificioso hasta lo pueril.
En resumen, no una
vez sino muchas los antiguos empresarios caucheros y purgüeros de Río Negro, radicados en San
Carlos, Maroa y San Fernando de Atabapo, intentaron arrancar a la Parima el
secreto del nacimiento del gigantesco "saurio de mil pies" como
dijera el malogrado estilista Doctor Manuel Díaz Rodríguez, al hablar del
Orinoco en memorable discurso dicho en esta ciudad, no pudieron dar con el
sésamo que los llevara a ese sitio abstruso e inaccesible. Entre esas comisiones
figura en lugar principalísimo la organizada por los señores Salomón Khazen, Paul Sprick y Rafael
Federico González, quienes hicieron una magnífica jornada en tal sentido, pero tas dificultades y el agotamiento de recursos
los hicieron retirarse cuando se hallaban a unos trescientos kilómetros más o
menos de las cabeceras; imagínese el lector cómo es que el Doctor Dickey, su esposa y
unos tres indios con menos posibilidades que aquellos que estaban radicados en
Ríonegro y tenían escalonadas en el curso del río estaciones caucheras y
batateras, bien abastecidos de provisiones de boca, hayan encontrado el
nacimiento del río. Hay más. El Doctor Dickey ha esperado llegar
a los Estados Unidos para hablar de su descubrimiento, mientras que en su viaje
de bajada hacia su país y a pesar de pasar varios días en esta capital, en el
Hotel Cyrnos, a nadie le comunicó la trascendental noticia ni aún al
propietario del Hotel con quien
tiene buena amistad. Es asimismo muy marcada la reserva
hermética que mostró al Director de este diario al solicitar de él varias veces
datos sobre sus exploraciones en el Orinoco. No se concibe tamaño
hermetismo con un bocado semejante
en el corazón aunque esté de por medio el compromiso o la exclusividad
del descubrimiento con el instituto geográfico que lo comisionó para esa
empresa, porque algo
puede expresarse y sino
expresarse traslucirse.
Quedamos pues, que el Doctor Dickey no
ha visto jamás las cabeceras del Orinoco.
----------------------------------
Informamos de que en esta ciudad se
hallaba el señor
Jesús Rafael Pacheco Becerra,
compañero del famoso y tartarinesco Doctor Herbert Spencer Dickey, en su último
viaje hacia las cabeceras del Orinoco. Lo invitamos a venir a nuestras Oficinas para enteramos de
las peripecias del viaje, que Dickey muy orondo y satisfecho dice haber tenido por consecuencia el descubrimiento de la fontana madre del gran río.
Empieza
el señor Pacheco Becerra: Contratado por el Doctor Herbert Spencer Dickey, para
acompañarlo en su viaje a las cabeceras del Orinoco, salimos de aquí arriba, el
5 de mayo de 1931, navegando derecho hasta Ayacucho, de donde pasamos al río
Sanariapo. En este punto nos embarcamos en las lanchas de uso para navegar
estos ríos, de suyo dificultosos por los raudales que de trecho en trecho, van
apareciendo, altos, mugidores, espumosos, blanquísimos. Una semana más tarde
nos detenemos en San Fernando de Atabapo y el Doctor Dickey, organiza la
expedición. Salimos de San Fernando y vamos al caserío criollo-indígena de
Santa Bárbara. Seguimos adelante y nos detenemos en San Antonio, caserío como
Santa Bárbara mitad indio mitad criollo. Aquí pernoctamos en casa del señor Carlos
Wendehake. Continuamos la ruta y hacemos escala en Tama-Tama, posesión batatera
del señor Jesús María Noguera, quien utiliza indios maquiritares en el laboreo
de los montes circunyacentes.
Un poco más lejos de Santa Bárbara desemboca el
Ventuario en el Orinoco y en Tama-tama le cae al padre de nuestras aguas el caño
Tama-tama. En este sitio de Tama-tama, reorganiza el doctor Dickey la expedición y sigue con nosotros el
señor Noguera. Vamos a La Esmeralda que es una casa situada al pie de El Duida. Este es el último sitio habitado por indios civilizados.
En
Tama-tama la expedición queda definitivamente constituida con un total de
veintidós hombres.
Debo
hacer constar que la señora Dickey quedó aquí en Bolívar.
Seguimos
sobre el Orinoco y llegamos al raudal de Guaharibo. Aquí dejamos el bote más
grande, para llegar pocos días después al raudal de Guaica, que fue el sitio
hasta donde llegó el
Doctor Dickey en su penúltimo viaje. Abriendo picas y caleteando curiaras a
través de la selva seguimos el curso del Orinoco, unas veces navegando sus
aguas, otras siguiéndolo de lejos para buscarle camino fácil o llevadero. En
este raudal de Guaica discutimos el Doctor Dickey y yo. Seguimos y damos con el
raudal Villapol, aquí me deja el Doctor
Dickey con un indio que envía a buscar diez días después. Me quedo solo, casi
sin provisiones.
Como
ya dije al cabo veintitrés días veo regresar al Doctor Dickey, acosado por la
falta de provisiones, cosa que le aconteció porque él no quiso proveerse
suficientemente más arriba, con lo cual defraudó los propósitos de la
expedición, ya que no pudo seguir adelante porque el hambre se hacía sentir
fuerte. Según noticias del señor Noguera, Luis Vegas y otros, el Doctor Dickey
no avanzó muchas leguas más allá del sitio en que me dejó, de modo que es de
todo punto falsa su afirmación de haber llegado a las cabeceras del Orinoco. Yo
puedo conducir con seguridad a cualesquier grupo de aficionados a estas cosas
al sitio en que llegó el Doctor Dickey.
La
verdad es que el jefe de la expedición hacía observaciones científicas y
cálculos sobre el verdadero cauce del Orinoco, pues este a veces se confunde en
la maraña de los muchos caños que le traen sus aguas y por último se va
adelgazando tanto que ya no se puede navegar. Todo lo que el doctor Dickey vio,
allá lejos, fue el brochetazo lejano de la Parima, probablemente donde nace el
gran río.
El
doctor Dickey se comunicaba diariamente con el mundo civilizado por medio de su
radio-telegrafista Lans.
Bajando
el río, venimos comiendo cogollos de manaca porque el hambre nos acosa.
Para
conservar mejores detalles de la expedición tomé datos en lengua guahariba, maquiritare
y baniva. Los banivas son los indios más civilizados de Río Negro. Por mi parte
escribí mis iniciales personales en las lajas del raudal El Bongo y en El
Guaica lo hice en un árbol donde grabé una cruz, lo mismo que
en el sitio de Villapol,
donde hallé una mina
de mármol, de la cual traje muestras. En este sitio de Villapol hay
ricos y magníficos filones de mica.
En
lo que se refiere a peligros los hay verdaderamente, pero nosotros no
tropezamos con ninguno de gravedad. Bajando, el escultor Sargent Child, tomó en
yeso la mascarilla de algunos indios, a quienes les prometió el Doctor Dickey
muchos regalos para el regreso.
En
una palabra el Doctor Dickey por avaricia tuvo que dejar inconcluso el
descubrimiento de las cabeceras del Orinoco, adonde garantiza el señor Noguera
hubieran llegado si aquel acopia víveres suficientes. Esta es la verdad de la
expedición.
Damos
las gracias al señor Pacheco Becerra por los interesantes datos que nos ha
suministrado y queda así más corroborado el novelón tan mal urdido por el
doctor Dickcy, quien de seguro, a la manera de su congénere Doctor Hamilton
Rice, matador de indios a sangro fría, lo que le da ribetes lombrosianos, se
habrá hecho retratar envuelto en la bandera de las barras y las estrellas en un
proscenio terrorífico, para demostrar que su fábula es cosa tangible, si
tangible fuera tocar las imágenes que la imaginación se forja a veces en el
rizo de humo de un cigarrillo. Dickey, sin embargo, está en mejor paramento que
el doctor Rice, porque hasta la fecha toda su odisea descubridora se reduce a
un divertido fantasear sobre las desérticas regiones de las cabeceras del
Orinoco, mientras que el doctor Rice vino a cazar indios como quien casa
mariposas o perdices por pura diversión. Ya ve pues, que esto exploradores
vienen a todo, digamos, a divagar, a mentir, menos a descubrir las cabeceras
del río, ni a estudiar la flora, fauna y características geológicas de las
tierras que recorren.
------------------------------------
El
señor Paul Sprick, quien se encuentra en esta ciudad llegado de las regiones de
Río Negro, y en la visita que hoy hizo a las Oficinas de este diario, nos
expresó su aplauso por nuestro editorial de fecha 25 de enero último referente
a las andanzas del explorador Dr. Dickey, y en una larga conversación nos dijo
entre otras cosas, que el referido Doctor nunca llegó a las cabeceras del
Orinoco, sino a sus aproximaciones, todo de acuerdo con las informaciones que
le relató el señor Luis Vegas, expedicionario también del Doctor Dickey en
unión del señor Jesús María Noguera, quienes lo acompañaron en su último viaje.
Ambos
dijeron al señor Sprick, que Dickey sólo logró llegar al mismo lugar de la
expedición organizada por él y los señores Salomón Khazen y Rafael Federico
González, y que es exactamente lo que expusimos en nuestro citado editorial que
ha tenido tanta trascendencia.
El
señor Sprick nos manifestó además, que el señor Luis Vegas, fue el Director de
la expedición de 1924, y desde luego sabedor de la región y especialmente del
punto hasta donde habían llegado.
Próxima Entrega
NUESTRA
HISTORIA Nº 39
Historia
de Amazonas
EN LA
BÚSQUEDA DEL NACIMIENTO DEL SOBERBIO ORINOCO (III)
Año: 1932
LOS
ANAZONENSES INTERVIENEN EN LA POLÉMICA SOBRE EL DESCUBRIMIENTO DE LAS FUENTES
DEL RÍO ORINOCO
*Cronista de Amazonas
0 comentarios:
Publicar un comentario