Con fecha 14 de enero de 1820 De La
Cueva escribe sendas cartas al Gobernador de Guayana Alonzo Uzcátegui y al
Vicepresidente del Estado Juan Germán Roscio donde hace un resumen de su
gestión hasta la fecha: (Ver Anexos 1)
1.- (…En
cumplimiento de los deberes de mi encargo, incluyo a Ud. un estado de la fuerza
que se halla a mis ordenes en esta frontera…).
Lamentablemente este importantísimo documento no fue encontrado en el
AHG. En él debe estar asentado parte de los integrantes originarios que
vinieron desde Apure a libertar Amazonas. El grueso de las fuerzas estaba
presente en el Fuerte San Felipe, frente a San Carlos de Rionegro, a orilla del
río Guainía, en fronteras con Brasil, quien tenía presencia militar en el
fuerte de Maravitanas.
2.- (…remito igualmente dos flecheras q. he hecho
construir por su orden directa…).
En esos tiempos Rionegro había
carpinteros de rivera que ejercían su libre profesión. Cuando estuvo gobernando
De La Cueva, Amazonas también colaboró con la guerra de independencia.
En el Correo del Orinoco de entonces
también apareció la reseña que:
(“Además
de las seis flecheras enviadas a Apure en 1819. Cuevas remitió a Angostura dos
más, armadas y elaboradas por la gente de Río Negro”). (AHG - Hemeroteca - Correo del Orinoco Nº 1 - Angostura sábado 27 de junio de 1818).
3.- (“… he de hacer conducir a esa ciudad una
cabulla que he agenciado pª. proveer las muchas necesidades q. padecen la
Compª. de esta guarnición q. se encuentra en el lugar mas distante de todo el
Departamtº…”).
Como bien hace notar, las necesidades
eran muchas y echa mano a los pobres recursos de entonces que se podían
comercializar, en este caso las “cabulla de Rionegro”, reputados mecates hechos artesanalmente de la fibra del chiquichiqui y
de uso en la navegación para amarrar los barcos. Tenían las ventajas de ser muy
livianos (flotaban) y muy
resistentes: no se deterioraban con el
ambiente agresivo del agua.
De La Cueva le buscó la mejor solución al problema de la comida, como
veremos a continuación:
4.- (…“del Apure auxiliaron con doscientas reces.
Que conduje al pueblo de Maypures a mitad del invierno pp hasta ahora no han
sido de ninguna utilidad, pues el transito y la nueva savana lo inutilizaron de modo q. aun todavía no se
puede contar con el q. ha quedado; por lo que he tenido que seguir sufriendo
los gastos indispensables, q. U. sabe he costeado desde que se funa
el destacamento”…).
De La Cueva introdujo ganado vacuno en Amazonas con miras al auto
abastecimiento en una zona que carecía de lo más elemental, como la comida.
Sabiamente y como buen llanero la llevó hasta las sabanas de Maipures, parte
extensiva del Arauca, zona ganadera por excelencia y región entonces
venezolana. La visión de permanencia y pertenencia de nuestro Libertador se
pone de manifiesto en este y otros hechos que buscaban solucionar los ingentes
problemas de una región pobre, abandonada y deprimida.
La ganadería
de subsistencia, que no de explotación y exportación, es uno de los rubros
indispensables para el autoabastecimiento de Amazonas (hoy día con mayor
razón); así se ha demostrado a través de la Historia que gente pensante y
previsiva actuó en consecuencia. Los jesuitas fueron los primeros en llevar
ganado hasta Carichana y Atures (futura Puerto
Ayacucho), en el siglo XVIII. Los misioneros, adonde quiera que fueran
para la evangelización, llevaban la ganadería por
delante. Lamentablemente fueron expulsados de Latino América. La Comisión de Límites
también introdujo ganado por la ruta río Cuchivero – río Erebato – río Ventuari
– San Fernando de Atabapo, según también hemos visto. La ganadería
aparece nuevamente en el censo1 del Gobernador de Guayana Manuel Centurión de 1766: los jesuitas, recién
expulsados, habían dejado 350 reses en
Maypures y ¡6.434 en Carichana!: y eso era
Amazonas. Para 1773, siete años más tarde, el
censo arrojó: 250 reses en Maypures, 7.692 en Carichana y 353 en Atures.
Cuando pasó Humboldt, menos de 30 años
más tarde, en 1800, nada de esto existía.
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1
AHG – Documentos Grabados en discos DVD - FOTOGRAFIAS de Documentos, Cartas
Geográficas y Cuadros Estadísticos Relacionados con el Gobierno de Don Manuel
Centurión en la Provincia de Guayana - Tomo 13.
Para aquel entonces, las órdenes
religiosas presentes eran los misioneros Capuchinos
de Andalucía y los Franciscanos Observantes. La ganadería en Amazonas, en pequeñas
cantidades y distribuida
estratégicamente en su geografía, es un hecho que se justifica plenamente, ya
que el Amazonas no soporta la introducción de grandes masas humanas, debido a
la fragilidad de los suelos que no permiten las grandes deforestaciones para la
agricultura y la cría en forma intensiva. Otra limitante es la escasez de la fauna y su equilibrio como fuente primaria de
proteínas para la población residente. Por lo tanto, la ganadería in situ, en cada comunidad o
poblamiento, es una de las soluciones. Actualmente se puede observar que hay
ganadería en pequeña escala en Manapiare y La Isla de Ratón, contribuyendo con
la dieta en esos sitios.
Después de 1820, tendremos que esperar hasta 1843, cuando Pedro Joaquín
Ayres, como Director del Distrito de Reducción de Indígenas, introdujo de nuevo
la ganadería con las mismas intenciones: el autoabastecimiento.
La ganadería de Maypures, en esa época, puede
considerarse como el único bien de valor en el mercado en Amazonas y por lo
tanto una fuente de corrupción para los
sucesivos gobernantes, según lo veremos en el desarrollo de esta Historia.
Incluso, hubo gobernantes que fueron denunciados y enjuiciados por este hecho.
Al salir De La Cueva de su mandato y ser
sustituido por Manuel Echeverría, éste fue el primer
acusado, por ante un tribunal militar, por hechos
criminales que deben constar en el extraviado
expediente de la causa. Lamentablemente los papeles principales fueron
sustraídos y/o extraviados y no se
encuentran en el AHG; existen algunos
documentos donde se hace referencia al
caso, y se
puede inferir algo
al respecto. Cabe entonces
preguntar: ¿acaso la acusación tenía algo que ver con el ganado, que era la única riqueza tangible del Amazonas de
entonces? Porque, como veremos, los impuestos recaudados eran insignificantes.
5.- Con la misma fecha, 14 de enero
de 1820, escribía al Gobernador: (Ver Anexo 2)
“Desde el
tres de Agosto del año ppdo. que llegué a este Departamento me
encargué de la administracn de la Hacienda publica… Creo debe estar en su noticia que los Españoles jamas impusieron a estos
habitantes dro. alguno: bien fuese considerando su miseria o pr. estar estas
poblaciones comensando a formarse, aquí no se pagaba tributo, diezmo ni
alcabala los indios solamte”…“pr. lo q. no esta en su noticia otra contribucn.
que la de su sexo, eceptuados los artículos de 1ª nececidad seria de tan poca
cantidad q comparada con el resultado, nos redundaría, mas mal, que bien. Estos
motivos me han estimulado a no conprehender los naturales, y solamente a los
comerciantes, y lo pongo a la alta consideracin. de U. pa. su inteliga. y pa. q.
en consideracin. de lo expuesto, determine lo q. tenga a bn…El C. J. Antonio
Gonzalez entregará a esa Tesoreria ochenta y cinco ps. que hasta ahora he recaudado, reservando las
cuentas hasta mi ida a esa Capl. y dándome recivo pa. mi resguardo”.
Rionegro no producía ninguno de los rubros que generaban riquezas en
Venezuela: cacao, tabaco, ganado, etc.; tampoco había gente que las produjera y
así permanecimos hasta el final del siglo XIX, cuando vino el boom del caucho. De ahí el planteamiento de
nuestro gobernante de exonerar a los indígenas de los impuestos y endosárselos
a los comerciantes, los cuales eran muy pocos, además.
6.- Otro punto importante para el Amazonas de la época
es que durante tres décadas más o menos estuvo sin efectivo, cuando la moneda
oficial era la Macuquina del antiguo régimen español
y la Macuquina acuñada en Caracas en la segunda época de la República;
pero en Rionegro no circulaba y las pocas transacciones comerciales se hacían
con el trueque de mercancías. De la
Cueva trató de remediar la situación con la introducción de la Yagualera,
moneda que había sido acuñada por José Antonio Páez en Barinas, con miras a
hacerla circular en los llanos, donde existía el mismo problema. Privado de recursos en la Provincia de Barinas, aislado y
sin un signo de conversión para el comercio,
se vio obligado a acuñar moneda. Se enfrentaba con la situación de que
esta moneda había sido declarada ilegal en el resto de Venezuela. Las averiguaciones condujeron más tarde a encontrar en
Barinas la fuente del dolo y el General Páez era el responsable.
En
efecto, el 18 de junio del mismo 1818, Bolívar dictó
un decreto de tres artículos sobre la materia:
“Articulo
1º.- La moneda acuñada en la Provincia de Barinas no circulara en ninguna de
las otras Provincias de Venezuela, en atención a que le falta la ley, el peso y
la perfección del signo.
Articulo 2º. - Tanto en aquella provincia,
como en las demás de la República se prohíbe la circulación de otra moneda que
la de cordón de oro y plata: la Macuquina del antiguo régimen Español, y la
Macuquina acuñada en Caracas en la segunda época de la República.
Articulo 3º.-
Sin embargo de lo dispuesto en el artículo precedente, en beneficio del crédito
de la Provincia de Barinas, y para evitar los perjuicios que sufrirán la moneda
mientras se amortiza por el Gobierno”. (AHG - Hemeroteca - Correo del Orinoco Nº 1 - Angostura sábado 27 de junio
de 1818).
El
problema del circulante de la moneda en Rionegro era crítico y trató de
solventarlo de alguna manera. En el último año de su mandato, en oficio del 14
de enero de 1820 al
Gobernador de la Provincia de Guayana De La
Cueva manifiesta al Gobernador que: (Ver Anexo 1)
“…Como este
departamto. fue libertado de orden del Ejto. de Apure y permanecimos algún tiempo bajo sus órdenes
inmediatas, se mantubo la moneda Yagualera; pero habiendo variado ya esta
circunstancia, y persuadido de q. siguiendo en su vez se introduciria mucha más
a estos pueblos donde debe estar prohibida, mande que las pesetas no tuviesen
sino el valor de un real cada una; evitando de este modo la introducción y la
total perdida de los que la habían recivido, a quienes queda igualmte.
el recurso de llevarla o mandarla al Apure y en usarla sin demerito; lo que
aviso a U. para su aprobación o ulterior determinación…”.
De este párrafo se infiere que
definitivamente nuestra libertad vino de Apure. Si bien el Capitán Hipólito De
La Cueva Afanador era guayanés de origen, peleaba durante la guerra de
Independencia a las órdenes de Páez en los llanos de Apure. Fue Páez quien dio
luz verde a nuestro Libertador de invadir esta región. Tuvo que armar su propio
ejército y financiarlo, según exposición escrita.
Durante largo tiempo tuvimos ese problema de la
circulación de la moneda y hubo gobernantes como Manuel Echeverría que propuso al
Gobierno de Guayana la libre circulación de la moneda brasileña en la región,
aunque su proposición al parecer quedó en el aire.
7.- En el año de 1818 la viruela comenzó a causar
estragos en la Provincia de Guayana y se extendió hacia Rionegro. El Periódico Correo
del Orinoco Nº 56 - Angostura 25 de marzo de 1820
reseña el caso:
“En 1819 una
epidemia de viruela asoló los pueblos amazonenses y con la prontitud del caso
se hicieron llegar a Cuevas las vacunas en número tan suficiente que remitió por
su cuenta al comandante portugués una porción para aquel territorio,
convirtiéndose el oficial venezolano en un pionero de la integración con el
Brasil”.
De La Cueva da noticias del caso, desde San
Fernando de Atabapo, en su carta del 14 enero de 1820:
“La Bacuna, aunque tarde, llego útil y produjo
un efecto saludable en los pueblos que aun no estaban contagiados de la mala
viruela todavía se conserva la semilla”. (Ver Anexo 1).
8.- También incentivó las relaciones comerciales y militares del lado
brasilero y se intercambiaron varios rubros como cuerdas de chiquichiqui (cable
de Rionegro), brea y cacao a cambio de lo cual recibirían ropa, plata,
tabaco y sal. Ofrecía también carne y queso traída de Apure. Como se puede
observar, en los comienzos de la era Republicana, las relaciones de Rionegro
eran con Apure, porque de allá vino y se decidió nuestra Independencia y,
posteriormente, pasamos a ser parte de la Región Guayana.
9.- Cuando en 1817 entraron nuestros Libertadores con
De La Cueva a la cabeza para liberar al Amazonas del dominio español, fueron
expulsados y/o huyeron los misioneros Franciscanos; presente y fresca aún
estaba en sus mentes la reciente masacre de los Misioneros Capuchinos Catalanes
del Caroní. Debían, además, jurar obligatoriamente fidelidad a la República,
cuando todos eran realistas. Ante esta huida, solamente quedó la presencia del
sacerdote de la parroquia de Solano, el P. Observante Juan Sebastián Márquez,
quien, posteriormente, también debió abandonar Rionegro, porque, al año siguiente,
De La Cueva solicitó del Gobierno que le enviara un sacerdote:
“...es de primera necesidad que Ud. mande un sacerdote,
para que bautice y case a tantos infieles que carecen de esta caridad”. (Tavera Acosta, Río
Negro, Caracas 1954. Citado en: Ramón Iribertegui - Ángel Martín, La Iglesia en Amazonas,
Publicaciones ISSFE, Los Teques 1994, pág. 51).
La
petición de De La Cueva fue concedida y en 1819 llegó a estas tierras el P.
Clemente Pérez, pero murió ese mismo año. En misiva
del 14 de enero de 1820 da cuenta al Gobernador del deceso: (Ver Anexo 1)
“El tres de
septiembre llegaron a esta los peones q. condujeron al Capuchino Pro.
Clemente Pérez q. habia ido en solicitud de un mueble y familia pr.
q. le había acordado el destino, quienes me informaron su muerte e inmediatamte.
procedi a inventariar lo que había dejado en poder de su sacristan y agente en
este pueblo (C. J. Antonio Perez quien presento lo siguiente - una xxdia (ilegible) y un calix sobredorados - una lampara con un cabo de oleos - y unas vinateras todo
en plata - veinte y una pza de ropa - decir de multitud de libros parroquiales
y de su uso - un reloj de palo de campana descompuesto - seis y medio almudes
de sal - unos restos de botica - una silla con su herraje de plata la que ha
reclamado Perez pr. ser de su propiedad y aun mas añade que el
difunto le era deudor de doscientos pesos. Este inventario firmado de los
testigos q. lo presenciaron y lo q. en el se expresa queda en mi poder hasta la
determinación de U. menos la sal que remito a Sn. Carlos pa.
distribuirla a la tropa.
La rectitud de nuestro Libertador lo indujo a inventariar todo lo que
dejó el occiso. Lo sustituyó el P. Mateo Manzaneda a quien
volveremos a encontrar en el devenir de esta Historia. En el Rionegro gobernado por De La Cueva no había curas ni
iglesias.
Los primeros religiosos que llegaron al
Amazonas fueron los jesuitas hacia el siglo XVII, quienes fundaron la población
de Atures (futuro Puerto Ayacucho), como ya vimos. La Expedición de Límites,
ante la negativa de los jesuitas de acompañarlos para adentrarse en el
Amazonas, llevó consigo al Padre Fray José Antonio de Jerez de los Capuchinos
de Andalucía, quienes aquí misionaron durante años. Fundaron durante su
permanencia los pueblos Santa Bárbara, San Antonio, S. Francisco Solano, S.
Miguel de Davipe y S. Bartolomé. La Expedición de Límites había fundado ya San
José de Maipures, San Fernando de Atabapo, San Carlos de Río Negro, Maroa y La
Esmeralda.
Una vez
finalizada La Expedición, en 1771 los Capuchinos abandonaron Rionegro, ante el
acoso y limitaciones extremas del Gobernador de la Provincia de Guayana Manuel
Centurión. Pero a petición del propio Centurión, al año siguiente se encargaron
de las misiones del Medio y Alto Orinoco los Franciscanos de Píritu,
quedándoles confiado el inmenso espacio que iba desde Angostura hasta el
Brasil, comprendiendo todo el Amazonas. En el año 1780, eran 19 los pueblos
atendidos por los Franciscanos en el Orinoco y Río Negro. Con la
expulsión de éstos en 1817, salvo esporádicas visitas, la actividad de la
Iglesia en el Amazonas desapareció prácticamente hasta 1933, con la llegada de
los Salesianos.
La presencia de algunos sacerdotes, no siempre muy
edificante, chocó fuertemente con un sistema establecido en las bases de la
extorsión y explotación del indígena, lo que los llevó a desanimarse y dejar el
campo de trabajo. De La Cueva también acusa a los Frailes de tales prácticas y
abuso al indígena y los denuncia en su carta del El
14 de enero de 1820 al Gobernador: (Ver Anexo 1)
“el despotismo
frailesco, estando sujetos a la arbitrariedad de los ministros de sus
respectivas misiones: estos thetrareas (incomprensible: tal vez
sea theotrarcas) los
concideraban como seres destinados pr. el cielo pa. contribuir a su felicidad
temporal y los ocupaban pr. turnos en el servicio de sus personas familias y negocios”.
En abril de 1820, De La Cuevas ejercía aún el cargo
de Gobernante del Departamento Alto Orinoco y de Río Negro y durante el lapso
del resto de ese año fue sustituido por el Capitán Manuel Echeverría.
Indudablemente que De la Cueva fue uno de nuestros buenos gobernantes, el
primero de la Era Republicana y de la corta lista de los excelentes mandatarios
en la Historia de Amazonas. Como puede apreciarse, fue fructífera la labor
desarrollada por nuestro Libertador en el tiempo en que permaneció en estos
lugares. La posteridad amazonense le debe un justo reconocimiento.
El desconocimiento de la Historia Regional nos
lleva a ignorar a nuestros héroes, en este caso, al Libertador de Amazonas.
Salvo la honrosa excepción del nombre del edificio de la Alcaldía de Atures,
Hipólito De La Cueva es un ilustre desconocido en Amazonas. Antes, el 99% de
los amazonenses desconocíamos quién era. Ahora, con su flamante nombre en la
sede de la Alcaldía, ese número debe haber bajado del 90%. Para eso sirve la
Historia.
Este se debe
al Historiador-Alcalde L. J. González Herrera, un político que tenía un
profundo conocimiento de la Historia de Venezuela, como debería tenerlo todo
gobernante de Amazonas. Este nombre debería estar presente en la toponimia de
la región, en escuelas, plazas, calles, etc., como un homenaje a tan esforzado
patriota. También se debería enseñar en las escuelas quién fue el Libertador de
Amazonas.
Ojalá los futuros gobernantes se enteren de la
Historia de Amazonas y dejen de ponerlos los nombres de locas y carretilleros a
los lugares importantes de la ciudad. Eso habla de su pobreza mental.
Nuestra
principal Avenida Perimetral tiene una estatua de “la loca Rosa”, como una
persona relevante de nuestra historia. Sus méritos son muy cuestionados para colocar
ese monumento en un lugar tan
importante de nuestra Ciudad y desdice mucho del gobernador que ordenó ponerlo.
No es la primera vez que se escribe sobre tal mamotreto.
Al respecto
ver:
Con razón
afirmaba un ayacuchense: “en esta ciudad le levantan estatuas a las locas
¿será que no hay otras personas?”. Tiene razón
este señor. También debería añadir que le ponen el nombre a un comedor popular,
por ironías de la vida, de un señor que murió de hambre e indigente. El actual
cronista de la ciudad quiere cambiarle el nombre a la calle Piar, cuando este
Prócer fue el Precursor de la Independencia de Amazonas, según lo hemos visto. Eso
es desconocimiento de nuestra historia regional, al no tener noticias de
nuestros héroes ancestrales y valorarlos.
Observamos
con pesar el nombre puesto a ciertas escuelas de educadores que no lo merecen, por irrelevantes, para no decir otra
cosa: Juan Ivirma Castillo fue alguien que, además de despreciar a Amazonas,
vivía más en las cantinas que en las escuelas; murió en su ley, al volcarse en
su auto en estado de ebriedad extrema. (Barrios L., C. Josafath – A modo de una Autobiografía –
Maturín 2014: 2); Álvarez Piña era alguien que vivía más en las
farras y galleras que en los salones de clase (Grabación personal al Prof. César Alayón).
Los
amazonenses deberían averiguar quién fue Evelio Roa y qué hizo para llevar tal
nombre una de nuestras importantes calles: sobre todo porqué se lo puso un
arbitrario gobernador.
A través de esta historia se expondrán diferentes
personajes que fueron fundamentales en nuestra región y ¡ojalá! alumbre el
entendimiento a los futuros gobernantes y pueblo en general, cuando vayan a
nombrar nuestros sitios importantes.
La enseñanza de nuestra Historia debería comenzar
en la escuela, donde se exponga y valore a nuestros héroes. Los programas
escolares deben tomar en cuenta a gente como nuestro Libertador, a quien, como
dijimos, la posteridad amazonense debe reconocerle sus méritos.
La importancia
de este trabajo radica en que salen a flote personajes desconocidos y olvidados
de nuestra Historia Regional.
Luego de meritorios servicios, al finalizar
la guerra, se le ascendió al grado de Coronel del Ejército. En 1830 estaba
radicado como ganadero y político en Barinas. Se desempeñó como ayudante del
Gobernador de la Provincia de Apure General Cornelio Muñoz (1835 – 1837). En
1837 luchó contra los Farfán en San Juan de Payara (Apure) al lado de José
Antonio Páez. Siempre perteneció a las huestes del Partido Conservador de Páez
y, por lo tanto, perteneciente al partido de los godos. En 1857 fue
representante de Barinas, junto con 7 miembros más, a la Convención de
Valencia, previo al comienzo de la Guerra Federal, representando al Partido
Conservador. El Libertador de Amazonas aún vivía en Barinas, donde fue
designado Gobernador en 1859, bajo el tercer mandato de Páez como Presidente de
Venezuela y debía tener alrededor de 70 años, cuando luchó contra Ezequiel
Zamora en esa cruenta y fratricida guerra.
Derrotado, defendiendo a Barinas,
el anciano comandante Hipólito De La Cueva, se va para la ciudad de Mérida y allí en la fría mañana de los
Andes del 10 de junio de 1859 presenta un documento ante las autoridades donde
expresa:
“Allá dejamos todo, nuestras esperanzas,
sueños y riquezas materiales. La que llegó a ser la sultana de los llanos y
segunda ciudad de Venezuela, su grandeza, se diluyó en las llamas criminales
por la infidencia de muchos de sus hijos, engañados en la asonada de una
revolución mal concebida por las feraces argucias de unos aventureros que
exterminaron la paz y el bienestar nacional”. (Alberto Pérez Larrarte,
Historiador/Cronista de Barinas- Disertación en el Auditorium de La Alcaldía de
Atures - diciembre 2016).
El Cronista Larrarte, nos continúa describiendo los pasos dados por De La Cueva
en Mérida:
“Como hombre de armas decide combatir
desde la serranía a las fuerzas federales, comandada por el coronel Natividad
Pettit; el general Ezequiel Zamora no puede con la sierra; los peñascos y
callejones le son adversos y los godos andinos, aventajados por conocer el
terreno, le enfrentan como perros furiosos; pero se retraen maliciosamente por
saber lo verraco que
son los federales. Es un primer triunfo que les alienta; pero el
fracaso de esta expedición no amilana a las fuerzas revolucionarias; más bien
les ánima y hace que el ejército federal ordene otra expedición, comandada está
vez por el general Pedro Aranguren.
Pero el general Aranguren corre con la misma suerte del general Natividad
Pettit, siendo fusilado en una de las frías mañanas de los Andes, cuando cae la niebla de la
borrasca andina, en la mapora de la plaza Bolívar de Mucuchíes; allí aún está,
no la seca ni el tiempo, tal vez para que quede como fiel testigo de este
infortunado suceso. El Comandante Hipólito De La Cueva, a pesar de su ancianidad,
no da tregua, ni cuartel y comanda con el coronel Fulgencio Ferrer el combate
de la Bellaca. Cuenta el general Leopoldo Ferrero que fue un combate bárbaro,
demostrando en él la sagacidad estratégica de los federales. Al entrar los
bandos en pelea, los centralistas caen inmediatamente bajo la bóveda de
fuego que vomitaba la trinchera. Fue una larga jornada de fuego limpio;
los godos creían tener una posición infranqueable y esto atormentaba a los
federales, quienes pasaron más de cuatro días combatiendo. Media hora después se dominaba aquel bastión
natural, se coronaba la altura al son angustioso de la corneta que tocaba
fajina y fuego y adelante; el enemigo huía, y estaba ganada la brillante acción
de La Bellaca, retirándose el coronel Hipólito de La Cueva en completa derrota
y no paró hasta la ciudad de Mérida, dejando en poder del general Zamora parte
de su parque, prisioneros y su crédito militar. Esta
es parte de la vida de este hombre que los amazonenses y barineses deben
reconocer e ilustrar en sus libros de historia.” (ibid).
La huella de nuestro Ilustre y Legendario guerrero y Libertador de
Amazonas se pierde en la Historia y entre la niebla, los frailejones y picos de
La Sierra Nevada de Mérida.
En Amazonas
el Palacio Municipal de La Alcaldía del Municipio Atures lleva el nombre del
Prócer de la independencia de Amazonas HIPÓLITO DE LA CUEVA. Este edificio fue
diseñado por el Arqº Néstor R. González Mazzorana y construido por el primer
Alcalde Electo del Municipio Atures L. J. González Herrera quien, como buen
conocedor de la Historia, le puso el nombre. Para eso sirve conocerla.
Continuará...
CAPÍTULO III
ORIGEN DEL CANTÓN RIONEGRO
NOTA:
Este Artículo forma parte de un libro sobre la Historia de Amazonas.
El
Libro: HISTORIA GENERAL DEL ESTADO AMAZONAS – Tomo II, ha sido finalizado.
Está a la disposición de los amigos amazonenses y venezolanos en general que
quedamos en el territorio de Venezuela. Quien lo solicite a través del correo miguelguape@gmail.com le será enviado
de manera gratuita.
A
los que viven en el exterior, venezolanos o no, les será vendido.
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